6/3/22

Novela: "El suéter de lana". Capítulo 39

 

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El caso de los agroquímicos cancerígenos, echó luz sobre gran cantidad de hechos de corrupción, desaparición de personas, muertes extrañas y demás delitos perpetrados por la Banda de Traje Negro. Por supuesto que los más poderosos del país y los que posibilitaban dichos negocios fraudulentos usaron sus influencias para no quedar pegados con García, el intendente del pueblo. Un pueblo que vio con estupor como su líder político había fallecido, luego de que se descubrieran negocios ilegales no sólo para el levantamiento de su empresa textil, sino también para fraguar las elecciones en las que fue electo. 

- Hola, Fede, soy Rubén, otra vez te dejaste el teléfono en tu casa me parece. Primero que nada, cómo está Valeria, y cómo estás vos. Bueno, te cuento. Lo de García no se cayó porque él se haya matado, todos sus funcionarios de él y de otros municipios están siendo investigados y muchos otros están presos, porque los agarraron con las manos en la masa. Me escribieron desde la Policía Federal, para ver si me puedo sumar como perito e investigar el contenido de los agrotóxicos y así encontrar una cura para las personas que estos genocidas enfermaron de cáncer. 

También hablé con gente del Poder Judicial, me dijeron que pronto va a arrancar el jucio y que van a unificar todas las causas. Son optimistas, van a ir todos presos, pero que tenemos que tener cuidado, porque hay gente bastante pesada que no han caído todavía y García al lado de estos es un bebé de pecho. 

No sé si se lo vas a decir a Valeria, pero a Augusto lo van a trasladar a un penal de máxima seguridad en Tierra Del Fuego mañana y es muy probable que no salga nunca más, por si ella quiere… no sé… hablar algo. 

Bueno, voy a seguir trabajando, ni bien escuches el mensaje, llamame o dejá vos uno, estoy muy ocupado y se me va la hora con todo. Cuidense y espero que Valeria se esté recuperando bien. Un abrazo-_________________________________________________________________________

Federico estaba cada vez más olvidadizo, pero no por algún problema de salud, sino que había dado rienda suelta a lo que sentía por Valeria. El hecho de que ella casi muere, lo movilizó e hizo que se replanteara aspectos de su vida. Después de tanto tiempo y tantas desgracias juntas vividas, ambos debían ser felices, pensaba él.  Estaba claro que Federico no tenía ni idea de si Valeria sentía algo por él o no, pero ya estaba decidido a jugarse e independientemente de la respuesta, igualmente estaría cerca de ella cuidándola, una promesa que se hizo a él mismo cuando llegaron al hospital aquella fatídica noche en que casi la pierde para siempre. 

Valeria se recuperaba de a poco, hacía algunos días que le habían trasladado a una terapia común, y pronto le darían el alta. A veces le costaba respirar, pero los médicos le dijeron que era un proceso normal del cuerpo ante la falta de aire que había sufrido antes. 

Federico entró en la habitación 214 algo nervioso, le sudaban las manos, y sus cachetes estaban a punto de explotar de la vergüenza que tenía.  

Valeria al verlo, pensó que traía malas noticias, y comenzó a asustarse, su ritmo cardíaco se aceleró. 

- No, no te asustes, no pasa nada… O sí… Es que necesito decirte algo, Vale- comenzó Federico. 

Valeria se sorprendió un poco. No creía que Federico fuera a hacer lo que a continuación haría y eso fue lo que terminó por enamorarla de él. 

- Mirá, vivimos muchas cosas, más malas que buenas. Supongo que el secuestro ya es algo anecdótico y  creo que sin que hubiera pasado eso, hoy ni vos ni yo estaríamos acá. Todos estos días en los que estuviste dormida en la terapia no podía dejar de mirarte, de rogar que te despiertes. Lo que yo siento por vos, ya no es un simple agradecimiento por todo lo que hiciste por mí. Yo siento algo muy profundo por vos. Me desespera verte mal. Cuando estabas en esa ambulancia, inmóvil, sentí que se me iba la vida, que ahí me moría con vos. Después de castigarme durante mucho tiempo, quiero ser feliz y hoy no tengo otra cosa que ofrecerte que mi amor: Te amo, Valeria- terminó Federico, expectante, nervioso, pero sabiendo que ahora sí, ya no podría negar jamás, lo que sentía por ella. 

- ¿Esa es tu forma de pedirme que sea tu novia? Acepto- contestó ella con lágrimas en los ojos, dejando ser sus sentimientos y sabiendo que, paradójicamente, su captor, era el único que podría cuidarla como ella tanto necesitaba. 


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