21/6/17

Novela: "El suéter de lana". Capítulo 26.

Click en: "Leer más", para ver el capítulo.












- ¿Cómo? Pero… ¿estás seguro?- se estremeció Valeria, al escuchar las palabras de Federico. Ambos estaban en un departamento. El secuestrador y su víctima intercambiaban información. Ya no eran presos del delito. Eran dos personas en busca de respuestas.
- Sí, más que seguro. Los herbicidas que se usan en ese lugar son cancerígenos. En el momento que mi viejo se enfermó era experimental, no llegó a ser mortal porque lo pudimos neutralizar a tiempo con un reactivo. Para este momento debe estar perfeccionado, pero  dudo que no siga generando enfermedades y muertes.- explicó Federico.
- Voy a investigar todo esto que me estás diciendo.- se levantó Valeria de la silla y fue en dirección a la puerta.
- Pará ¿le vas a ir a preguntar a tu viejo? Qué le vas a decir: “Che viejo, ¿por casualidad vos no usás herbicidas cancerígenos que enferman a la gente?”- la frenó Federico.
- Tengo otros métodos, él quiere que yo lo suceda en el negocio. Tengo contactos. Además no sé si confiar en vos todavía. Estoy en el medio de una nebulosa- contestó Valeria seria.
- ¿Pero vos me estás jodiendo? Fuiste vos la que me pidió ayuda. Fuiste vos la que me trajiste acá. Yo lo único que quiero saber es si tu viejo mató a mi viejo- se enojó Federico.
- Te traje acá, porque no tenes casa, necesitas un lugar dónde vivir y estas cosas llevan mucho tiempo. Necesito pruebas para ver quién miente, quién dice la verdad. Quién dice mitad y mitad. No te lo tomes tan personal. Ya no soy esa adolescente idiota que secuestraste hace seis años- Valeria le contestaba a Federico con el mismo tono monocorde que él usaba mientras la mantenía cautiva.
- ¿Querés pruebas?, yo te las voy a dar.- Federico, agarró del brazo a Valeria y salieron del departamento con dirección al ascensor.
Al salir del edificio, tomaron un taxi en ruta al barrio 3 de febrero.

Augusto estaba en su oficina cuando entró Mariano.
- ¿Y Valeria?- preguntó Augusto.
- Fue a hacer unas compras- respondió Mariano sobresaltado.
- Te dije que estuvieras cerca de ella, que te le pegaras si era necesario- Augusto estaba ofuscado. Se sirvió una copa de vino.
- Bueno, me dijo que tenía que hacer cosas de mujeres. Tiene que tener su privacidad- se defendió Mariano.
- Sí, ahora te importa su privacidad. Cuando no te daba ni la hora, no la dejabas ir sola al baño. Necesitaba una barreta para separarte de ella.
- Bueno, para qué me llamaste- cambió de tema Mariano.
- Valeria está rara. Por eso te dije que no te despegaras de  ella-
- ¿Vas a seguir otra vez con lo mismo?- le contestó Mariano sin ocultar su malestar.
- No, te digo que algo sospecha…-bajó la voz Augusto.
- Y sí, tonta no es-
- ¡No podés estar tan tranquilo! Tenés que vigilarla Mariano, no se tiene que enterar lo que hacemos en la estancia ni de  la logia ¿estamos? Ah, y averigüá dónde está el pendejo ese que la secuestró. No quiero más sorpresas.
- Sí, quedate tranquilo… ¡Augusto, cuidado!- El empresario empezó a mirar para todos lados asustado y no veía nada.

El que sí veía era Mariano, justo al lado de Augusto, apuntándole a la cabeza estaba el granjero que había matado hacía seis años. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Dejá tu comentario!