Se conocieron por esas casualidades de la vida: en un boliche, por amigos en común, a la salida de un supermercado, en la parada de un colectivo o incluso por un accidente en la calle.
Comienzan con charlas vagas para conocerse: “¿Qué edad
tenés?” “¿Dónde vivís? “¿Te gusta este grupo de música?”. Preguntas y
respuestas escritas en chats de diferentes redes sociales.
El vínculo avanza, se ven con más frecuencia, charlan con
más frecuencia, se miran con más frecuencia.
Risas, carcajadas, bromas. También tristeza, llanto y
contención. El lazo se vuelve más fuerte y llega el beso, el que todos sueñan
de mil maneras, pero que es distinto a cualquier delirio de la imaginación.
Ahora sos el elegido.Ya no hay vuelta atrás. La búsqueda terminó y ella te
eligió a vos por sobre todas las otras almas del planeta.
Ella no te elige como quién decide entre un par de medias
grises u otras blancas, tampoco entre un pedazo de pizza o una hamburguesa. Te
elige por tus virtudes y tus defectos, sos la persona elegida, ese alguien a
quién darle su amor.
Pero, ¿qué hace un elegido? Fácil, elegir de la misma
manera. Sabés que te gusta, sabés que te encanta estar con ella, sabés que es
especial. Entonces, adelante.
Entonces, dale, cuidala, querela, amala. Hacele sentir lo
especial que es para vos. No te calles un: “Te amo”, tampoco un beso ni un
abrazo. No dejes que la hieran o la quiebren.
Sé su elegido, su guardián. Sé
ese bálsamo, ese pañuelo que seca las lágrimas, esa bolsa de boxeo en que
descarga su furia.
Querela en su máximo cielo, brillo y esplendor, pero también en su más
profundo infierno, oscuridad y tristeza.
Querela arreglada, pero también recién levantada y
enferma.
Querela, cuando ella misma se aborrezca.
Querela incluso después de la muerte. Querela, amala en la eternidad,
porque ahora ya sos el elegido.
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