27/12/15

Relato: "Un espejismo en el desierto".

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Intenso  calor, sudor caliente que recorre los confines del cuerpo.  Un desierto con la extensión de un universo. Arena por doquier que forman dunas. De repente, ves unos árboles a unos metros,  a su lado un lago. Te emocionás, empezás a volar hacia ese lugar, incluso cuando las piernas no responden.

Llegás, y justo cuando vas arrojarte en ese lago, desaparece. Las sombras que proyectan  los árboles se disipan, todo ese lugar anhelado y soñado se extingue. Fue sólo un espejismo en el desierto.

Digamos que la ilusión trabaja de la misma manera. Inventa un mundo, una sensación, una objeto inanimado y hasta incluso una persona. Un lugar perfecto, donde el dolor no existe, donde el sufrimiento no existe, donde el esfuerzo tampoco existe. Sólo se es feliz.
Pero esa felicidad es edulcorada, no es algo real, algo tangible.

El ser humano tiene la capacidad de soñar miles de realidades al mismo tiempo, y sufrir por sólo una: la verdadera, la real. Aquella por la cual es capaz de soñar su vida de infinitas maneras posibles.
“Si me diera bola…” “Si me eligiera a mí”. “Si tuviera plata…” Todas realidades inventadas, paralelas, fomentadas por una ilusión que trae un golpe seco contra el suelo, cuando llega la tan temida desilusión.

El dolor de afrontar la realidad es ilusionarse, crearse un mundo perfecto donde se es feliz con sus seres queridos sin importar el tiempo, la distancia y la situación. Ahí el vuelo se torna peligroso, porque se vive una vida inventada, que no es real, que es lo que querés  tener, poseer, pero que simplemente no existe y eso duele.

El dolor de la desilusión es como una herida de muerte. Duele hasta el alma. ¿Cómo que ese oasis en el desierto no existe? ¿Cómo que no me va a dar bola? ¿Cómo que no tengo plata? Presos de una cárcel que el mismo ser humano creó.


Lo mejor de la desilusión, de ese golpe seco contra el suelo, es el despertar. Despertar a la vida. El saber que la realidad no se puede inventar, pero sí se puede cambiar. Seguir caminando en el desierto, hasta encontrar un oasis de verdad. 

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