Después de la golpiza que sufrió por parte de unos matones
que seguían las órdenes de Mariano, Federico terminó en el hospital con varias
heridas, pero ninguna de gravedad, aunque debió quedarse internado unos días.
Obviamente que a la verdad de lo que había pasado se le agregaron varios
detalles sobre el final de lo que había acontecido como por ejemplo que Federico secuestró a
Mariano, pero por suerte la policía logró reducirlo cuando enajenado intentó atacar
a los efectivos policiales y escaparse.
Así que luego del hospital, Federico volvería a la cárcel,
pero ya nada le importaba. Nada lograría quebrantar su más profunda impotencia
y tristeza por la dudosa muerte de su padre…
- ¿¡Pero vos te volviste loco?! ¿¡Cómo vas a secuestrar a mi
novio?! ¿¡Dejá a mi familia en paz flaco?!- gritó Valeria, irrumpiendo en la habitación
donde Federico permanecía convaleciente.
- No entendés nada, nena… Mejor andate.- Federico sentía un
tibio calor que le recorrió todo el cuerpo cuando había visto entrar a Valeria allí.
Pero no tenía ganas de aguantar a nadie. Nadie entendía su dolor.
- ¡Obvio que me voy a ir, basura! ¡Pero no te metas más
conmigo, ni con mi novio ni con nadie de mi familia!- se exasperó más Valeria,
tanto que quedó a escasos centímetros de Federico, que no soportó más que le
gritara de esa manera:
- ¡Me chupa un huevo tu familia y tu novio o quién carajo
sea! ¿Sabés por qué hago lo que hago? ¡Porque estoy desesperado! ¿Sabés a quién
enterré el otro día? A mi viejo. Se cagó muriendo porque no lo pude cuidar. Y
no, no se suicidó. Yo sé que lo mataron. Y estoy seguro que tu viejo está
detrás de esto. Él quería ver muerto a mi papá. Y ahora sigo yo.
Tu viejo dejó de vender helados de tres bochas hace mucho
tiempo, Valeria. Esto es mucho más grande. No me importa si me creés o no me
creés. Voy a buscar justicia por mi viejo hasta que me peguen un tiro en la
frente…- Las lágrimas brotaban de los ojos de Federico con un dolor añejo, un
dolor profundo y ahogado. No intentaba disimular más su sufrimiento.
Federico se sentía
sólo y aislado e irónicamente esa soledad se iba cuando aparecía Valeria, por
más que le gritara e intentara arrancarlo de su vida una y mil veces.
Él seguía llorando en silencio, ella seguía en shock,
dudando de las palabras de Federico, pero sintiendo empatía y angustia por él.
No sabía qué pensar ni qué creer. Cuando
una lágrima asomó por sus ojos, salió corriendo de la habitación de Federico, con dirección a la salida de aquel
hospital.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡Dejá tu comentario!