Fantasma, ente, presencia, alma en pena, no sé qué soy. Ni quién soy.
Habito la tierra como cualquier ser humano
común, pero a la vez, no formo parte de este mundo.
Mi mundo, sólo era ella.
Desesperado, trato de hablarle, pero no me
escucha. Trato de tocarla, pero no me siente. Trato de hacerme notar, pero no
me ve.
Estoy tan cerca y a la vez tan lejos.
¿Seré real? ¿Seré un espejismo? ¿Existiré?
No lo sé.
Ayer noté que me buscaba, pero no era yo a
quien miraba.
Él, la saludó con un beso en el cachete, la
agarró de la mano y comenzó a alejarla de mí.
De nuevo, desesperado, intenté gritarle que
no se la llevara, que regresara, pero ninguno me oyó, y ella tampoco notó, como se hacía pedazos mi
corazón.
Desde ese momento, soy un ente que sólo
habita, que está entre dos mundos paralelos, el que viví cuando aún sentía y el
que perdí.
Estoy muriendo lentamente, preso de
palabras mudas y de caricias que jamás llegarán a concretarse.
Ella nunca pudo escucharme, verme,
sentirme.
Yo nunca pude hablarle, y en mis sueños sólo anhelaba acariciarle y
besarle.
Nunca pude expresarle mi sentir, nunca pude
manifestarme. Ahora ya es demasiado tarde.
No lloré, aún perdiéndola sin saberlo.
No pude regalarle una rosa, tampoco tomarla
de la mano. No pude ser eso, que ella estaba buscando.
El castigo, no llegó desde la vida, ni de
la muerte.
Fue el mismísimo diablo, quién me confinó
al infierno, y su tortura fue, mostrarme como ella se alejaba de mí, una y otra vez.
Desde el infierno sigo suplicándole,
gritándole que no se vaya, que me escuche, que me vea, que me sienta. Pero ya
todo es inútil. Ella nunca fue mía.
Ahora estoy en un lugar oscuro y frío,
debatiéndome entre dos infiernos: el de la vida y el de la muerte. Ambos siguen
acribillando mi mente.
Soy apenas un ente, que vaga por la
oscuridad del infierno, que pronuncia el nombre de ella como un fantasma,
recordando su pureza y su belleza.
Jamás volveré a verla, jamás la tuve y
jamás la tendré. Soy un ente castigado, por sólo haberla amado.
Ya no soy capaz de vivir, por eso mi alma
seguirá en pena para siempre.
Mi corazón hecho pedazos, sólo implora su
abrazo, pero mi deseo, ya se ha marchitado.
Sólo soy un ente, que ahora sólo dice hasta
siempre, amada mía.
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