30/8/15

Novela: "El suéter de lana". Capítulo 14.

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Finalmente, Federico recibió la pena de 5 años de prisión por secuestro extorsivo. Augusto apeló la sentencia en casi todas las instancias, ya que le parecía un castigo muy blando, pero no pudo lograr su cometido.
Durante el juicio, Federico eligió defenderse sólo, ya que tenía conocimientos sobre derecho civil y penal, entre otras sapiencias.

Valeria trató de mantenerse al margen, pero fue inevitable que declarase.
Ante el juez, ella  siempre sostuvo que los tratos por parte de Federico siempre habían sido en buenos términos, algo que influyó a la hora de fijar la condena.

Extrañamente, ni cuando el juicio comenzó, ni durante el transcurso de los alegatos, e incluso en la lectura de la condena,  Federico estuvo acompañado por algún familiar, algo que no extrañó al juez que había visto de todo en su larga carrera en la justicia, pero sí esta situación sorprendió a Valeria, que a pesar de querer mantenerse afuera de todo, hacía lo imposible por saber lo que ocurría.

En fin, el tribunal, un mediodía dictó la sentencia e inmediatamente Federico, fue trasladado a un penal y efectivamente cumplió su condena.
Al salir de ese lugar, era un hombre aún más maduro, con muchos conocimientos sobre lo técnico y práctico de la vida.

Inmediatamente después que atravesó la puerta de aquel lugar sombrío, dónde reinaba el rencor y la violencia, emprendió el camino a  su casa, sólo, como lo había estado desde el juicio.  Su morada. era un  lugar dónde él, a pesar de todos los acontecimientos, todos sus sufrimientos, se sentía pleno. Pero la realidad le enseñaría que la felicidad es algo efímero y los momentos valiosos.

Cuando llegó a su casa, su bálsamo, todo ese lugar de ensueño se había esfumado.  Allí todo un cordón policial rodeaba el perímetro, patrulleros por doquier y la típica cinta de la policía forense que se ve en las películas policiales coronaban la escena.

Federico, se acercó corriendo, cuando un policía lo frenó, diciéndole que no podía pasar, porque debían trabajar.
- Pero, es mi casa ¿qué paso?- preguntó Federico, que comenzaba a desesperarse.
El policía, llamó a otro, charlaban y se consultaban cosas. Parecía que decidían quién le diría la trágica noticia.
- Mirá pibe, estamos trabajando. No sé si era familiar tuyo, pero el hombre que estaba en esta casa, falleció. Se suicidó. No te puedo contar más nada.-finalmente dijo el policía.

A Federico comenzó a faltarle el aire, se dejó caer en el suelo tratando de confirmar sus sospechas. Cuando el cordón policial se abrió, y sacaron de la casa el cadáver de aquel hombre que se había suicidado, Federico corrió hacia él, con una agilidad inusitada esquivando policías, hasta que llegó a la camilla. Levantó la manta blanca que tapaba el rostro del muerto y rompió en llanto.

- ¡Papá! ¡Noooo! ¡Qué hiciste, viejo!- La angustia y  la impotencia se apoderaron de él. Ahora sí se sentía verdaderamente solo. No pudo cumplir su objetivo y tarde o temprano pagó las consecuencias. Su padre, estaba muerto. 

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