30/6/15

Novela: "El suéter de lana". Capítulo 11.

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Valeria se despertó con una terrible jaqueca. La boca le sabía a sangre, estaba confundida y aletargada.
No podía mover los brazos, las manos, ni  su cuerpo. Comenzaba a desesperarse cuando entró Federico a la habitación:
- No te vas a poder mover por un tiempo hasta que se te pase el efecto del calmante. Te golpeaste, bah, te golpearon pero ya me encargué de todo. No puedo dejar que te pase nada, no antes de cobrar la plata que me va a dar tu papá.-

Valeria no podía moverse, pero no sentía miedo, ya que recordó  el desgano de Federico cuando quiso apuñalarlo, y sintió compasión por él.
- En un par de horas te voy a llevar con tu viejo. Nada de juegos, ni de boludeces, por favor.-

Federico, se volvió hacia la puerta, la miró y salió al pasillo. La confusión se apoderó de él, las imágenes sobre el forcejeo con Valeria, aparecían en su cabeza, como destellos de luz, no podía haber flaqueado de esa manera, no podía mostrar debilidad, todo debía estar premeditado. 

Se sentó una de las sillas de la cocina. La sangre de Valeria en el piso ya no estaba, pero dentro de él,   reconstruía como su secuaz la había empujado, lo que provocó que se lastimara. Sentía bronca por aquel inepto, ¿sentía preocupación por Valeria? No, él sólo tenía que  hacer lo que debía. Debía conseguir esa cantidad de dinero, para salvar a su papá. 

Un ruido cada vez más cercano sacó a Federico de su subconsciente. Era un helicóptero, seguido de varias frenadas al frente de la estancia. Entró en pánico. Uno de sus secuaces, le confirmó a Federico sus presunciones: la policía estaba allí, respirándoles en la nuca, amenazando con ponerle fin a su plan y a su propia vida.

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