Augusto llamó a la policía cuando tuvo la certeza de que aquel borracho que habían encontrado en el bar decía la verdad. Sus métodos de negociación eran efectivos en todo sentido, nadie se podía resistir al dinero, aunque su vida dependiera de ello.
Mientras Augusto se ocupaba de dar aviso a las
autoridades, Mariano, armaba un plan para filtrarse en la estancia, por si
surgían “inconvenientes” con los uniformados.
Decidió que crearía una distracción si las
cosas se ponían “oscuras”. Su valentía era alimentada por el deseo de volver a
ver y encontrar a Valeria, abrazarla y finalmente decirle todo lo que sentía
por ella, aunque luego la perdiera para siempre.
- ¿Está todo listo?- Le preguntó Augusto, ni
bien Mariano contestó el teléfono-
- Sí, ya estoy preparado con un Plan B, si la
policía falla-
- Por el amor de todos los Dioses del Olimpo,
si llega a pasar algo, cuidala Mariano, y si es necesario, dejá tu vida por
ella.-
- Lo voy a hacer Augusto, quedate tranquilo.-
- Bueno, pero cambiando de tema, ¿cómo vas a entrar?-
- Distrayéndolos.-
- ¿Y vas a ir en bolas, sin ningún arma, sin
chaleco antibalas?-
- Compré en el mercado negro, si querés cuando
todo se termine, te presto la pistola.-
- Te la voy a sacar aunque no me la prestes,
para los mugrientos del campo la voy a
usar…
- Bueno, me tengo que ir Augusto-dijo Mariano cortando
abruptamente. Junto a él quitándole el celular y apuntándolo con su escopeta,
estaba el estanciero que había matado Augusto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡Dejá tu comentario!