1/6/15

Novela: "El suéter de lana". Capítulo 9

Click en "Leer más" para leer el capítulo.












Federico se sentía muy incómodo, caminaba de acá para allá, pensando qué decir y repitiéndoselo en la cabeza. Tomó el teléfono de  la mesa de aquella cocina, en la estancia “Un nuevo sol”.
Marcó el número, que se lo acordaba de  memoria, y posó el auricular en su oreja izquierda:
- ¿Hola?-
- Señor Lunini, cómo ya sabrá tengo a su hija, exijo una suma de 3 millones de pesos, a cambio de su libertad, sino voy a tener que quitarle la vida.
- Quiero saber cómo está mi hija, necesito escucharla, no me importa la plata, voy a pagar, te lo juro-
Federico refunfuñó, fue hasta la habitación de Valeria, abrió la puerta de una patada y ella se sobresaltó.
- Tu viejo. Pensá lo que vas a decir, sólo tres palabras- Del otro lado de la línea Augusto, incansablemente repetía “¿Hola?”¿Hola?”.

Valeria agarró el celular, nerviosa y a punto de llorar, saludó a su padre y le dijo que estaba bien. Federico le sacó el celular, cerró la puerta de la habitación como pudo, de nuevo, y negoció un minuto más con el padre de Valeria y dónde se llevaría a cabo  el intercambio.
El mismo banco de plaza dónde había dejado el suéter de lana con la primera nota del secuestro. Al día siguiente a las 5 de  la tarde sería el “trueque”.

Cortó lo más rápido que pudo y se dispusó a repasar lo que quedaba de su plan.
- ¡Quedate quieto!- le gritó Valeria a Federico con un cuchillo en la mano.
- Pará, tranquilizate, ninguno de  los dos somos asesinos, bajá el cuchillo- Trató de calmarla Federico.
- ¡Ya estoy harta de estar acá, no sé ni cuántos días hace que estoy encerrada en este lugar igual de extraño que vos, no sé tus razones para engañarme y secuestrarme, pero  salgo de acá viva o muerta!- Decidida pero  temblando, Valeria avanzó hacia Federico con afán de apuñalarlo, pero él, le frenó el brazo y comenzaron a forcejear, tanto, que llevaron su lucha hacia el suelo,  el cuchillo avanzaba peligrosamente hacia el abdomen de Federico, se sentía indefenso, de a poco dejó de forcejear, como si quisiera morir allí, a manos de su víctima.

Cuando el arma blanca, estuvo a escasos centímetros de penetrar en la  piel de Federico, Valeria frenó de golpe, lo tenía a su merced, pero veía el miedo y el cansancio en los ojos de su captor, eso la enterneció por dentro y con un dejo de humanidad soltó el cuchillo, pero cuando quiso levantarse, uno de los secuaces de Federico, la tomó por lo hombros y la empujó violentamente  sobre una mesada al otro lado de la cocina. Valeria, se golpeó la cara y cayó inconsciente en el suelo sangrando en demasía por la nariz. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Dejá tu comentario!